Ha sido un gran placer, como siempre, visitar Chile en abril de 2025 para catar y escribir esta nueva edición de la Alistair Cooper MW by Catad’Or Wine Guide. Probar más de 1.000 vinos en tres semanas y sostener 60 reuniones con productores fue una experiencia intensa, pero profundamente enriquecedora, gratificante e instructiva.
Si bien la cata a ciegas es esencial para evaluar los vinos con imparcialidad, resulta igualmente valiosa la posibilidad de reunirse con los productores y catar in situ —en el país, junto a enólogos y dueños de bodegas— para apreciar y comprender en toda su dimensión los proyectos y sus vinos. Ese contexto y esa inmersión no solo enriquecen la mirada, sino que permiten una comprensión más completa y cercana.
Ha sido otro año difícil para la industria del vino, no solo en Chile, sino a nivel global. Los mismos problemas persisten: descenso en el consumo, aumento del costo de la vida y, por supuesto, de la producción. Para muchos, esto se ha visto agravado por los recientes aranceles impuestos por el gobierno de Estados Unidos. Sin embargo, siempre hay oportunidades a la vuelta de la esquina y, como toda industria, esta es cíclica y volverá a mejorar. Como siempre, espero que esta guía de vinos pueda ayudar a los productores a aumentar su visibilidad y generar oportunidades para comercializar sus vinos, mostrando el respaldo neutral que ofrece.
Sigo impresionado por el ritmo de cambio y progreso en Chile, algo que repito cada año que visito. Hay una enorme pasión e innovación en la comunidad vitivinícola, especialmente en la inspiradora generación más joven que está marcando importantes avances en el país. Junto a ello, hoy existe un mayor acervo de conocimiento y también un mejor espíritu de colaboración, algo vital para el éxito futuro del vino chileno en el mundo. Quiero destacar solo algunos de los desarrollos más emocionantes que se están dando en Chile en este momento.
El Carménère finalmente parece estar alcanzando su madurez en Chile y, posiblemente, sea la variedad que más ha progresado en los últimos cinco años, ofreciendo hoy múltiples estilos viables y variados a lo largo del país. No siempre ha sido un camino fácil y, como sabemos ahora, es una uva que requiere gran precisión tanto en el viñedo como en la bodega para poder expresarse plenamente. Lejos de ser un simple socio de mezcla del Cabernet Sauvignon, son los ejemplares monovarietales los que realmente impresionan, no solo en Colchagua y Cachapoal, sino cada vez más también en Maipo y Maule. Este año ejemplificó claramente el progreso de esta cepa.
El Sauvignon Blanc es otra de las variedades que brillan en Chile. Su tipicidad regional se vuelve cada vez más clara y definida, y continúa mostrando un rendimiento sobresaliente. Al regresar al Reino Unido, después de catar para la guía, pasé dos días degustando Sauvignon Blanc de Nueva Zelanda, y quedé con la impresión de que Chile ofrece una mejor relación calidad-precio y mayor consistencia general, lo cual es realmente notable y una oportunidad que debe aprovecharse.
El Cabernet Sauvignon sigue siendo, sin duda, la cepa emblemática de Chile y continúa demostrando por qué el país posee algunos de los grandes terruños del mundo para esta variedad estelar. Vimos muchos Cabernets elegantes —vinos que se pueden disfrutar en su juventud y que, al mismo tiempo, poseen gran capacidad de guarda— y el Maipo sigue brillando como una región excepcional para esta variedad fundamental.
Con razón ha habido tanto entusiasmo en torno a las regiones del sur de Chile, desde Maule hacia Itata, Biobío y Malleco, durante la última década. Allí, una amplia diversidad de uvas está mostrando excelentes resultados y aportando variedad a la oferta nacional: Carignan, País, Cinsault y Malbec entre las tintas; Moscatel, Chardonnay y Sémillon entre las blancas. Más al norte, en Elqui, Limarí y Huasco, también se están dando desarrollos muy emocionantes en estos fascinantes terroirs, con Chardonnay, Syrah y Pinot Noir destacando con fuerza.
El clima seguirá siendo siempre un tema central en Chile, con la sequía como uno de los principales desafíos que la industria ha debido enfrentar en este siglo. Sin embargo, las intensas lluvias invernales de los dos últimos años han ayudado a aliviar la situación. La vendimia 2025 comenzó de manera positiva, con las reservas hídricas recuperadas; a una primavera relativamente fresca y nublada le siguió un verano caluroso y exigente. Obviamente, esto es una generalización, pero en conjunto los resultados parecen prometedores, a pesar de que la cosecha fue, en gran parte, algo más temprana de lo habitual.
Pese al desafiante contexto global, el futuro del vino chileno es muy prometedor en términos de calidad, innovación y dinamismo. Como siempre, haré todo lo posible durante el año para promover estos vinos extraordinarios, y espero que la guía también sirva a los productores como una herramienta para abrir mercados y transmitir a compradores y consumidores por igual el impresionante nivel de calidad alcanzado. Tengo la fortuna de catar vinos de todo el mundo, pero mi cata anual para la guía es el punto culminante del año: es cuando observo cambios realmente notables y, además, tengo la oportunidad de reencontrarme con grandes amigos y colegas. Finalmente, quiero agradecer nuevamente a mis colegas y socios de Catad’Or, sin quienes nada de esto sería posible —en especial a mi codegustador Pablo y a la irreductible Sofía.
Alistair Cooper MW